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La terapia familiar se utiliza para tratar trastornos emocionales de algún miembro de la familia, mejorar la comunicación y resolver conflictos. El terapeuta se reúne con el conjunto de miembros de la familia o con aquellos más predispuestos.
A nivel de organización familiar, se abordan problemas como la implementación de reglas de convivencia, comunicaciones insuficientes o distorsionadas, e interacciones familiares frías, distantes o violentas. Además, se tratan problemas individuales relacionados con la familia o externos a ella.
El terapeuta analiza las interacciones familiares para resolver problemas de conducta individuales, como depresión, inadaptación, o rebeldía. Se centra en mejorar la comunicación entre los miembros y en fortalecer el apoyo mutuo dentro de la familia.
La terapia familiar puede ser clave para gestionar situaciones estresantes como el bullying, adicciones, enfermedades graves o el duelo. Además, potencia el sentido de pertenencia familiar y fomenta la independencia, confianza y habilidades para enfrentar los desafíos de la vida.